domingo, 25 de septiembre de 2022

Un camino difícil

 La Historia es testigo de las difíciles, largas y duras batallas que han tenido que combatir las mujeres que nos han precedido a lo largo de los siglos para conseguir muchos de los derechos y libertades que hoy tenemos. Derechos y libertades que relegaban a la mujer a un segundo plano, o incluso a un lugar inexistente, en las diferentes esferas de la vida política, económica, social o cultural de cada época. Y en uno de esos momentos de la Historia en los que la mujer se consideraba menos inteligente que el hombre y, por tanto, no podía acceder con total libertad a unos estudios superiores, se encuentra la protagonista que quiero traer a estas líneas. Ella es María Cerrato, Primera Mujer Veterinaria de España, licenciada por la Escuela Especial de Veterinaria de Córdoba, en 1925.

Conozcamos un poco a esta mujer pionera en una carrera que estaba vedada a las mujeres. María Josefa de los Reyes Cerrato Rodríguez nace en Arroyo de San Serván (Badajoz) el 6 de enero de 1897. Su padre, también de profesión veterinario, nació en Madrid y su madre, profesora de Instrucción Pública, procedía de La Garrovilla (Badajoz). Desde sus primeros años, María demuestra ser una persona muy inteligente y con gran capacidad de trabajo. Tanto es así que cursa solfeo en el Conservatorio de Madrid, estudia el bachillerato en Badajoz y obtiene en esa misma ciudad el título de maestra. Aprueba las oposiciones y consigue plaza en Esparragosa de los Lares, también en Badajoz, pero pide excedencia para comenzar el preparatorio de acceso a la Universidad de Sevilla, allá por 1920. En Granada, estudia los tres primeros años de la carrera de Farmacia y después, en 1924, se traslada a Córdoba para realizar los estudios de Veterinaria. Cuando finaliza esta carrera termina la de Farmacia en Santiago de Compostela. Muere en Calamonte (Badajoz) en 1981, a los 84 años de edad.

Contado así puede parecer que no hay nada de relevante ni de extraordinario en esta mujer, salvo sus tres carreras, claro está. A día de hoy, podemos verlo como “normal” porque el acceso a la Universidad y a los estudios universitarios no está limitado solo a los hombres y es frecuente encontrar cada vez más mujeres con varias licenciaturas o grados. Sin embargo, hay que recordar que la época de María Cerrato es muy diferente a la nuestra. Si bien aún persisten las desigualdades y los estereotipos de género en el ámbito académico y falta camino por recorrer y metas por alcanzar, también es cierto que a principios del siglo XX el acceso a la Universidad y a los estudios superiores era prácticamente inalcanzable para la mujer, dadas las leyes vigentes y la situación socioeconómica, cultural y política del momento.

Por ello, llama especialmente mi atención la vida personal y profesional de esta mujer que se encuentra entre la de tantas otras mujeres que nos fueron abriendo puertas y allanando el camino hacia la igualdad. María no tiene pensado estudiar Veterinaria a pesar de que su padre y su abuelo lo eran. Es más, primero obtiene el título de maestra y, antes de matricularse en la Escuela de Veterinaria, comienza la carrera de Farmacia, que le gusta más. Pero las circunstancias familiares obligan a la joven a tener que cursar esos estudios; su familia tutelaba un herradero y, al parecer, en aquella época estos herraderos o tiendas de herrado, como también se conocían, tenían que estar regentados por veterinarios. Su hermano, que era quien trabajaba en él, no pudo acceder a los estudios universitarios, animando pues la familia a María, que era una chica brillante y estudiosa, a obtener el mencionado título. Este permitió continuar con la actividad en el herradero tras el fallecimiento de su padre y seguir obteniendo buenos ingresos económicos para la familia.

Sin embargo, el acceso de María a la carrera de Veterinaria no fue fácil. Antes de poder matricularse en la Escuela Especial de Veterinaria de Córdoba tuvo que pedir un permiso especial al Ministerio de Instrucción Pública ya que esta carrera estaba prohibida para las mujeres. Además, los estudios los realizó por libre porque la legislación vigente permitía el acceso de la mujer a la Universidad, pero no a las aulas. Las alumnas se matriculaban, hacían sus estudios en casa y después solo asistían a la Facultad o Escuela para presentarse al examen. No obstante, pese a las dificultades, María tuvo un brillante expediente académico, obteniendo en diversas asignaturas una merecidísima Matricula de Honor.

En 1926, con 28 años, se colegió en el Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz para ejercer como Inspector Veterinario de Calamonte, desempeñando su profesión no como clínica veterinaria sino en mataderos, mercados municipales y reconocimientos de animales. Trabajos que simultaneaba con los de maestra y farmacéutica en el mismo pueblo, donde se jubiló en 1967.

En el plano personal, tampoco la vida de María fue fácil. Su marido, según testimonio de familiares, fue un hombre difícil y sus 5 hijos fallecieron todos a edades tempranas, volcándose en el cuidado de sus sobrinos.

No es de extrañar que esta gran mujer, luchadora y valiente, haya recibido numerosos reconocimientos y homenajes como primera mujer veterinaria de nuestro país, pues sin lugar a dudas, su labor y su empeño supusieron un gran paso en la lucha por alcanzar la igualdad y la integración de la mujer en la vida social y profesional. Una lucha que hoy todavía hay que seguir batallando...

Fuentes consultadas:

https://ddd.uab.cat/pub/llibres/1973-2011/72336/semvet_a2011v3_primujvet.pdf

https://www.racve.es/publicaciones/evolucion-de-la-mujer-en-las-facultades-de-veterinaria-espanolas/

file:///C:/Users/usuario/Downloads/Dialnet-CentenarioDelAccesoDeLasMujeresALaUniversidadRealO-3391668.pdf

https://www.animalshealth.es/redaccion/cordoba-rinde-homenaje-a-la-primera-veterinaria-espanola


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