Cuando me dispongo a escribir esta segunda entrada del blog para dar forma al reto 1 del curso, viene a mi memoria la celebración de uno de esos días internacionales que, la mayoría de las veces, pasan desapercibidos en nuestro calendario. Pero este día se me quedó grabado por un motivo muy especial y es que coincide con el cumpleaños de mi hija. Es el 11 de febrero, Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia proclamado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2015, precisamente para reconocer y fortalecer el papel que juegan las mujeres en el ámbito de la ciencia y la tecnología.
Investigando y leyendo un poco sobre el porqué de este día, compruebo la necesidad de prestar una mayor atención y apoyo a la mujer también en este campo. Y es que, por ejemplo en España, según un informe reciente del Ministerio de Universidades, el número de mujeres que eligen estudiar Matemáticas, Informática o Ingeniería de Telecomunicaciones ha disminuido frente al aumento que se ha producido en las carreras o estudios relacionados con la salud y los cuidados, tanto a nivel universitario como de Formación Profesional. Y ¿qué indica esto? Pues que las desigualdades y los estereotipos de género siguen muy vigentes aún, también en el área académica, aunque se haya avanzado mucho y la escolarización de las niñas se vaya extendiendo cada vez a más países.
Es frecuente creer que las disciplinas de matemáticas, ciencias, ingeniería o tecnología son más propias de niños y que la capacidad de las niñas en relación con estas materias es innatamente inferior, lo que les hace perder confianza en sí mismas y el interés por el estudio de dichas materias, especialmente a partir de la educación secundaria, donde la brecha se va haciendo mayor. Sin embargo, las investigaciones de los factores biológicos que influyen en el aprendizaje están demostrando que la desigualdad de género en este ámbito no procede de diferencias de género en estos factores o en aptitudes innatas. Nuestro cerebro puede ampliarse, reorganizarse y crear nuevas conexiones neuronales y, por tanto, independientemente del género, el rendimiento en matemáticas o en cualquier otra habilidad puede mejorarse con la práctica, sobre todo, en los primeros años de la infancia.
Así pues, hay que poner el punto de mira en otros factores para explicar la desigualdad de género existente en estas áreas. Aquí desempeñan un papel fundamental los sistemas educativos y las escuelas, la calidad de la educación, pero también los padres, las familias, los profesores, los amigos…en definitiva, el entorno social, económico, educativo y cultural en el que crecen las niñas y los niños. Está claro que los estereotipos de género que influyen en las creencias y expectativas de los padres pueden ocasionar un trato diferente para niños y niñas durante los cuidados, el aprendizaje o el juego. También los planes de estudio, los profesores, la programación, los métodos de evaluación o el equipamiento, entre otros, son decisivos para despertar y mantener el interés de las niñas en las asignaturas de ciencias y su posterior estudio a nivel superior.
Pero si algo puede ayudar, sin duda, a una incorporación cada vez mayor de la mujer y la niña al mundo de la ciencia es la visibilidad y el reconocimiento de la labor y el trabajo desarrollado por científicas y tecnólogas, tanto actuales como aquéllas que la historia dejó silenciadas. Y es que es necesario tener referentes y modelos en los que mujeres y niñas puedan inspirarse y con los que sentirse identificadas.
Bibliografía consultada:
https://www.universidades.gob.es/stfls/universidades/Estadisticas/ficheros/DyC_2021_22.pdf
https://www.un.org/es/observances/women-and-girls-in-science-day/
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000366649
No hay comentarios:
Publicar un comentario